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Desde los confines de mi sillón, ese sillón tan seguro y cómodo, escribo.
Abro la ventana y veo el pinche calor humeante, el vapor salir del cemento, de los carros, de las cabezas insoladas por vivir en agosto en ésta ciudad. Maldigo internamente a quienes se encuentran en el clima perfecto, etéreo, que brinca oportunidades y no te hace sudar como en maratón sexual de fin de semana.
Veo mi perfil en Facebook y, aplausos y tambores, es bien patético. Lo peor, no solo el mío, sino el del 90 porciento, el de todos. El contenido ha dejado de ser importante y se ha vuelto un medio para mantener vivo el contacto, el recuerdo, la posteridad, para olvidar lo que somos.
Seguí la tendencia de capturar mi vida y compartirla, sin ediciones, sin censuras y me siento bichi, violadona, al alcance de todos aquellos que busquen hacerme presa de sus perversas burlas y conjeturas malogradas -ja! 144-.
No mami blue. Mis fotos no son interesantes, mis recomendaciones no le importan a nadie, mis pinches vacas imaginarias no necesitan otro establo y mi mascota tampoco quiere mas pelucas. No me deja nada pues. Así, n-a-d-a, porque, a ver, ¿a mi que chingados me importa lo que piensen? ¿Porqué quiero que se enteren de que hago, a que horas, porque, con quien, en donde? ¿Porque no puedo escribir esto allá? ¿Porqué me tengo que venir pa'acá, corriendo como escuincla asustada?.
La respuesta es sencilla: el alcance no es el mismo.
Tengo confianza en una bola de desconocidos que leen estas letras, más no en aquellos que, de perdida, he visto alguna vez en technicolor. Esa es mi naturaleza quizá, el ser parte para después salir huyendo.
Puede sonar estúpido, pero gracias a esa pinche red social ya no extraño nada. Me he dado cuenta de que es, de que no es y de que no quiero.
Mientras termino éstas líneas sonrió estúpidamente. Todo está bien, tan bien que quizá por eso ya no hay espacios tan fructíferos en donde desbordar lo bien que está todo, porque a la gente le aburre leer que todo está bien y no hay nada más que hacer que, sí mundo, demostrartelo vía imágenes.
A chingar a su madre, yo trataré de seguirlo demostrando con palabras y, quizá en un poco más, con hechos.
Abro la ventana y veo el pinche calor humeante, el vapor salir del cemento, de los carros, de las cabezas insoladas por vivir en agosto en ésta ciudad. Maldigo internamente a quienes se encuentran en el clima perfecto, etéreo, que brinca oportunidades y no te hace sudar como en maratón sexual de fin de semana.
Veo mi perfil en Facebook y, aplausos y tambores, es bien patético. Lo peor, no solo el mío, sino el del 90 porciento, el de todos. El contenido ha dejado de ser importante y se ha vuelto un medio para mantener vivo el contacto, el recuerdo, la posteridad, para olvidar lo que somos.
Seguí la tendencia de capturar mi vida y compartirla, sin ediciones, sin censuras y me siento bichi, violadona, al alcance de todos aquellos que busquen hacerme presa de sus perversas burlas y conjeturas malogradas -ja! 144-.
No mami blue. Mis fotos no son interesantes, mis recomendaciones no le importan a nadie, mis pinches vacas imaginarias no necesitan otro establo y mi mascota tampoco quiere mas pelucas. No me deja nada pues. Así, n-a-d-a, porque, a ver, ¿a mi que chingados me importa lo que piensen? ¿Porqué quiero que se enteren de que hago, a que horas, porque, con quien, en donde? ¿Porque no puedo escribir esto allá? ¿Porqué me tengo que venir pa'acá, corriendo como escuincla asustada?.
La respuesta es sencilla: el alcance no es el mismo.
Tengo confianza en una bola de desconocidos que leen estas letras, más no en aquellos que, de perdida, he visto alguna vez en technicolor. Esa es mi naturaleza quizá, el ser parte para después salir huyendo.
Puede sonar estúpido, pero gracias a esa pinche red social ya no extraño nada. Me he dado cuenta de que es, de que no es y de que no quiero.
Mientras termino éstas líneas sonrió estúpidamente. Todo está bien, tan bien que quizá por eso ya no hay espacios tan fructíferos en donde desbordar lo bien que está todo, porque a la gente le aburre leer que todo está bien y no hay nada más que hacer que, sí mundo, demostrartelo vía imágenes.
A chingar a su madre, yo trataré de seguirlo demostrando con palabras y, quizá en un poco más, con hechos.
AUDIO
Rolling Stones, el Forty licks completito
HUMOR
Happy tears
DATO CURIOSO
Yo no soy un trending topic
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