Me resulta increíble como te puedes sabotear a tí mismo.
Sinceramente, conforme pasa el tiempo, las brechas y las palabras y los ultimatums y el correr del tiempo los detienes tu, los agarras y los usas para taparte los ojos, los oidos y la razón.
Es muy duro darme cuenta que invierto y que espero ganancias, pero es más duro aún ver que eres igual que yo. Que las palabras no te convierten en un ser libre, al igual que a mí; que únicamente puedes ver hasta la punta de tu nariz porque la mierda te nubla todo el panorama.
Quizá mi error -y el error de la soledad no dicha que disfruto a veces- es ser diferente a tí. No quiero rodearme de personas que describan cada una de mis cualidades, ni busco tampoco a aquellos que puedan darme lo que necesito en el momento preciso. Eso es alevosía.
Me da pena voltear y darme cuenta que no se puede ser libre; la libertad es un lujo que no todos nos podemos dar y, mientras tanto, no queda otro camino que la sumisión disfrazada de costumbre y el amor convertido en conveniencia.
Yo al menos no te miento: yo sí quiero ser libre. Yo sí quiero querer y que me quieran. Yo si espero cosas buenas de las buenas y malas de las malas -ese positivismo falso nadie lo cree-, y me atrevo a afirmar que puedo ser una mejor persona por el solo hecho de estar viva.
¿De que me sirve disfrazar las quejas con una sonrisa?. Las quejas son así, quejas, igual que el dolor y la humillación y la pendejez. No nos hagamos oiga, al pan pan y al vino vino, así que, al chile, ¿porqué tanto miedo a caer en el típico?.
No quisiera ser menos dura, más blandita, más preocupona, como antes. Quiero ser y punto. Imprecisa, volátil, con raíces. Informada, juzgadora y sentimentaloide, pero nunca negando las razones, nunca olvidándome de los porqués, nunca diciendo aquello que me averguenza a la menor provocación.
Es por eso que mi historia no es digna de cualquiera, es por eso que yo si me atrevo a elegir de entre la mierda.
Sinceramente, conforme pasa el tiempo, las brechas y las palabras y los ultimatums y el correr del tiempo los detienes tu, los agarras y los usas para taparte los ojos, los oidos y la razón.
Es muy duro darme cuenta que invierto y que espero ganancias, pero es más duro aún ver que eres igual que yo. Que las palabras no te convierten en un ser libre, al igual que a mí; que únicamente puedes ver hasta la punta de tu nariz porque la mierda te nubla todo el panorama.
Quizá mi error -y el error de la soledad no dicha que disfruto a veces- es ser diferente a tí. No quiero rodearme de personas que describan cada una de mis cualidades, ni busco tampoco a aquellos que puedan darme lo que necesito en el momento preciso. Eso es alevosía.
Me da pena voltear y darme cuenta que no se puede ser libre; la libertad es un lujo que no todos nos podemos dar y, mientras tanto, no queda otro camino que la sumisión disfrazada de costumbre y el amor convertido en conveniencia.
Yo al menos no te miento: yo sí quiero ser libre. Yo sí quiero querer y que me quieran. Yo si espero cosas buenas de las buenas y malas de las malas -ese positivismo falso nadie lo cree-, y me atrevo a afirmar que puedo ser una mejor persona por el solo hecho de estar viva.
¿De que me sirve disfrazar las quejas con una sonrisa?. Las quejas son así, quejas, igual que el dolor y la humillación y la pendejez. No nos hagamos oiga, al pan pan y al vino vino, así que, al chile, ¿porqué tanto miedo a caer en el típico?.
No quisiera ser menos dura, más blandita, más preocupona, como antes. Quiero ser y punto. Imprecisa, volátil, con raíces. Informada, juzgadora y sentimentaloide, pero nunca negando las razones, nunca olvidándome de los porqués, nunca diciendo aquello que me averguenza a la menor provocación.
Es por eso que mi historia no es digna de cualquiera, es por eso que yo si me atrevo a elegir de entre la mierda.
"Me da pena voltear y darme cuenta que no se puede ser libre; la libertad es un lujo que no todos nos podemos dar y, mientras tanto, no queda otro camino que la sumisión disfrazada de costumbre y el amor convertido en conveniencia."
me dio en el clavo con eso.
Nada menos y nada más que la verdad.
Saludos señorita a ver cuando echamos el chal.
Cuidese más que un chingo.