Durante mucho tiempo planearon sus vacaciones a una playa paradisiaca, las segundas vacaciones en total libertad, con dinero en la bolsa para ahogarse en alcohol y divertirse por montones en la arena, el malecón y los lugares de perdición existentes en el puerto. Eran sus vacaciones soñadas porque habían sido consideradas mujeres confiables a las que se les daba chanza (y dinero, la neta) para que se fueran a disfrutar de unos días relajantes para su ajetreado ritmo de vida (este....la universidad, sí, este, la chamba en, bueno, sin chamba, sí, estresantísimo).
Decidieron reclutar a la vieja guardia para tan emocionante evento. Llamaron al señor P, al segundo señor P, y pues claro, las piedras angulares de esa fortaleza, el ying y el yang pero a tercios, las 3 puntas de la pirámide: la señorita Drama, la señorita Cagapalos y la señorita Inserte Adjetivo Aquí.
Arribaron a su destino un miércoles soleado, a bordo de un camión de mediana calidad y dispuestos (los dos señores P y la señorita Inserte Adjetivo Aquí) a abordar un taxi carísimo que los transportaría a su hogar por los siguientes 4 días.
Al llegar al hotel su habitación aún no estaba lista, así que amablemente les ofrecieron mil margaritas de cortesía para amedrentar la pena y, ya con el ánimo vacacionero, se dispusieron a ir a desayunar cuál magnates colombianos: langosta en un restaurant finolis y mucho alcohol, alcohol del bueno, budget was not an issue (those were the days, snif, snif).
Ya con la panza llena, el corazón contento y el cerebro medio alborotado, regresaron al hotelito, dejaron las maletas en el cuarto y se pusieron muy ad-hoc para retozar en la alberca. Shorts playeros, mucho bloqueador, chanclas y sobre todo, ganas incesantes de tomarse todas y cada una de las margaritas del mundo entero; espíritus ganadores, triunfantes, desafiantes.
Después de dos horas, un trío de guitarristas que les amenizó el rato al ritmo de La Barca -puaj!-, muchas márgaras en la panza y muchos sueños húmedos. Arribaron a la morada la señorita Drama y la señorita Cagapalos, inyectándole a la tarde un sabor sobrio que necesitaban los borrachos que ya tenían la piel como de viejito.
Al calor del alcohol, del trío -el de cuerdas-, del volleyball y de las rolas gritadas no cantadas, la señorita Inserte Adjetivo Aquí fué parte fundamental de una obra teatral de vanguardia (a lo mejor más tarde por la retaguardia). Gritos, lagrimitas borrachas, mucho feeling y menos conciencia, se dispuse a alejarse de aquello que le hacía daño para ir a la caza de dogos nocturnos en un malecón donde el agua salada y las estrellas se conjungaron para gritarle "chinga tu madre pinche ruca cursi", eso sí, siempre tomada de la mano para no sentirse sola -fotos prohibidas guarda escondidas en lo más profundo y oscuro de su habitación-.
Mientras la señorita Inserte Adjetivo Aquí se encontraba buscándole el sentido a la vida con los cangrejos que viven en el malecón y recibiendo besitos mua mua en el cachete, el primer señor P intentaba jugar al parchís con la señorita Drama, una comadre, una del cora. Ella también quería, pero para el parchís debe haber algo, un algo, así que ella exigió, como primeriza, algo que el señor P no podía hacer: decir te quiero.
El señor P era -es- una piedra racional, un ser que no se deja llevar por sentimentalismos baratos ni complacencias de ocasión, sin embargo, ella no esperaba que brotara de repente un amor playero, que se diera un flechazo al corazón y que se cruzaran sus miradas y gritaran "eres lo que siempre soñé". Nomás pedía tantita madre, tantita labor de convencimiento, no sé, algo que le asegurara que era un humano jarioso, no un pinche dildo con vida propia.
El señor P, muy fiel a sus convicciones siempre, le dijo que nanais, que siempre no (las que conocen al señor P saben que no habla, nomás actúa), que él no decía nada que no sintiera, y que en realidad no la quería, que para eso la lingüistica y el correcto uso del lenguaje se habían inventado. Patrañas, nunca es bueno meterse con un maestro en ésos terrenos (-ni en los otros, pero cada quién-, nota de la redacción).
La señorita Drama se indignó, digo, no es bueno esperar palabras de la gente pero mínimo quería ser tratada como persona, I get it. Todo bien hasta ahí, tenía derecho a encabronarse, a mentar madres y a cerrar las piernas, nadie contra eso (¿o sí?).
Cuando regresó la señorita Inserte Adjetivo Aquí a su hogar playero, el segundo señor P le confirmó que había pleito marital en la recámara nupcial (jejejijiji) y que se estaba haciendo un dramón que ni la Vero Castro en Los Ricos también lloran (y ella no era precisamente rica, pero ah como le chillaba). .
Como buena persona, amiga, confidente, buddy, camarada, la señorita Inserte Adjetivo Aquí se acercó a la señorita Drama, y, para su sorpresa,la encontró en estado de mutis total. Era un cuadro surrealista porque mientras ella solo se mecía de un lado a otro en una silla, la señorita Cagaplos filmaba todo -con una cámara que nunca debió salir de su culo- y el señor P miraba las noticas con una cara de satisfacción que ni Michael Phelps cuando le otorgaron sus chico-medallas.
El segundo señor P y la señorita Inserte Adjetivo Aquí no sabían que hacer, así que optaron por hablar de que los dogos estaban bien buenos y que se habían reido mucho con los cangrejos que caminaban bien chistoso y, como era de esperarse, la respuesta fué nula. Ignore a los románticos por el resto de la noche.
De repente, mientras seguía fluyendo el vodka tonic del señor P y las tecate rojas del segundo señor P, los cánticos se hicieron más y más fuertes. Ya habían entrado a la etapa del compadrazo, de la amistad chingona, del tu la traes y yo la pongo, claro, con un soundtrack malévolo que enchina la piel hasta éstos nuevos días: "Pedro que gusto de verte, supe que eras licenciado, no se como agradecerte, no me agradezcas hermano". Again, and again, and again, out loud.
Por momentos, al escuchar esa bonita melodía llegadora, ver el performance y la adaptación de la letra ("P_ que gusto de verte, la _ te está esperando , ella no duerme solita, yo me la chingo mi hermano"), se les olvidó a la otra señorita y a la señorita Inserte Adjetivo Aquí el drama sufrido por la otra señorita en cuestión. Se sintieron mal como 10 minutos por reírse de la adaptación y que decidieron ir a "ayudar" a la dama en cuestón, a hacerla hablar, respirar, algo. Y es ahí cuándo entra Led Zeppelin y su "There's a lady....".
La señorita Drama se encontraba en una silla, sentada en posición de flor de loto,con lágrimas en los ojos y el corazón en la taza del baño, escuchando, recitando, devorando y haciendo suya a la rola de Stairway to heaven. De nuevo, again, and again, and again.
Una madrugada sin dormir, muchas risas cómplices, llanto inconsolable, dos que tres mandadas a la verga provocaron que ni la señorita Cagapalos ni la señorita Inserte Adjetivo Aquí pudieran escuchar ésa canción durante los posteriores 3 años.
Es cagante que las personas se adueñen del sentido que tienen las canciones. Sí, las canciones son soundtracks de momentos, de vida, de alegría, pero para que embarrar una canción emblemática con llantos epilépticos y corazoncitos rojos dibujados en toallitas de papel, eso nomás no vale madre.
Y así transcurrieron los días siguientes, en los que el amor y el desamor se conjuntaron para salir en forma de canción, donde las cosas que no se pueden cambiar se traducían en un tururú inalcanzable, inagotable sobre todo. Una canción que se repitió hasta el hartazgo, una canción que perdió, durante 3 años, el significado correcto en la vida de todos, porque manchar una canción con lágrimas insignificantes no era lo correcto, ni lo óptimo, mucho menos gastarte una lana en unas vacaciones que se transformaron en una mala parodia de Mujer, casos de la vida real, digo, nadie coherente haría eso.
-Ahora cuando la señorita Cagapalos recuerda junto con la señorita Inserte Adjetivo Aquí lo que sufrieron con el resonar de aquellos acordes y yo recuerdan ese episodio medieval, no les queda más que decir: "pinche señorita Drama, como la hizo de pedo".-
Cuando abordaron el camión de regreso a su rancho natal, observaron todos, nostálgicos, aquel bonito cuarto de hotel donde cada uno había dejado y ganado algo: decencia, dignididad, pudor, dinero, sensibilidad, estabilidad y el cd de Led Zeppelin, ése cd que nunca quisieron recuperar y que todos olvidaron "accidentalmente", después de todo, ¿para qué recordar lo que se iba a desatar siempre que sonara Stairway to heaven?. Nadie conciente de lo que es la humillación quiere repetirla, y si lo hace, o es masoquista o le gusta ser el mayor payaso del mundo.
Con las nubes de fondo, los viñedos enormes en una ruta del vino, la carretera interminable y las curvas macrabras, la señorita Inserte Adjetivo Aquí suspiró profundamente al darse cuenta de que algo se había quebrado. Eran solo cinco pasajeros que tenían en común fluidos, gritos, una que otra sonrisa, uno que otro recuerdo y Stairway to heaven. Se convirtieron en cinco sombras que estaban en un mismo lugar, perteneciéndole a otro. Cinco seres que habían tenido algo en común por última vez, que tenían la experiencia -funesta- de un mini Big Brother sin ningún guíon aprobado, sin productor, sin maquillaje y mucho menos edición. Cinco seres que aún se permitían ser espontáneos y crueles, sin pensar en lo que dirían los demás.
Se les olvidó, por un momento, que todo quedaría off the record en un video denominado Vacaciones de Terror, solo que la muñeca poseida gustaba de los riffs de guitarra prolongados en ésta versión pitera de la historia.
Eran cinco personas que se mantuvieron estoicas hasta que todo se rompió para siempre años después, a ritmo de banda en algun punto de la ciudad de Mexicali, pero siempre, siempre, estará el recuerdo de Robert Plant cantándoles al oido, mientras los guardias pedían silencio y moderación gritaban los sobrios huéspedes que, al igual que ellos, solo querían dormir para siempre en unos brazos cualquiera.
Decidieron reclutar a la vieja guardia para tan emocionante evento. Llamaron al señor P, al segundo señor P, y pues claro, las piedras angulares de esa fortaleza, el ying y el yang pero a tercios, las 3 puntas de la pirámide: la señorita Drama, la señorita Cagapalos y la señorita Inserte Adjetivo Aquí.
Arribaron a su destino un miércoles soleado, a bordo de un camión de mediana calidad y dispuestos (los dos señores P y la señorita Inserte Adjetivo Aquí) a abordar un taxi carísimo que los transportaría a su hogar por los siguientes 4 días.
Al llegar al hotel su habitación aún no estaba lista, así que amablemente les ofrecieron mil margaritas de cortesía para amedrentar la pena y, ya con el ánimo vacacionero, se dispusieron a ir a desayunar cuál magnates colombianos: langosta en un restaurant finolis y mucho alcohol, alcohol del bueno, budget was not an issue (those were the days, snif, snif).
Ya con la panza llena, el corazón contento y el cerebro medio alborotado, regresaron al hotelito, dejaron las maletas en el cuarto y se pusieron muy ad-hoc para retozar en la alberca. Shorts playeros, mucho bloqueador, chanclas y sobre todo, ganas incesantes de tomarse todas y cada una de las margaritas del mundo entero; espíritus ganadores, triunfantes, desafiantes.
Después de dos horas, un trío de guitarristas que les amenizó el rato al ritmo de La Barca -puaj!-, muchas márgaras en la panza y muchos sueños húmedos. Arribaron a la morada la señorita Drama y la señorita Cagapalos, inyectándole a la tarde un sabor sobrio que necesitaban los borrachos que ya tenían la piel como de viejito.
Al calor del alcohol, del trío -el de cuerdas-, del volleyball y de las rolas gritadas no cantadas, la señorita Inserte Adjetivo Aquí fué parte fundamental de una obra teatral de vanguardia (a lo mejor más tarde por la retaguardia). Gritos, lagrimitas borrachas, mucho feeling y menos conciencia, se dispuse a alejarse de aquello que le hacía daño para ir a la caza de dogos nocturnos en un malecón donde el agua salada y las estrellas se conjungaron para gritarle "chinga tu madre pinche ruca cursi", eso sí, siempre tomada de la mano para no sentirse sola -fotos prohibidas guarda escondidas en lo más profundo y oscuro de su habitación-.
Mientras la señorita Inserte Adjetivo Aquí se encontraba buscándole el sentido a la vida con los cangrejos que viven en el malecón y recibiendo besitos mua mua en el cachete, el primer señor P intentaba jugar al parchís con la señorita Drama, una comadre, una del cora. Ella también quería, pero para el parchís debe haber algo, un algo, así que ella exigió, como primeriza, algo que el señor P no podía hacer: decir te quiero.
El señor P era -es- una piedra racional, un ser que no se deja llevar por sentimentalismos baratos ni complacencias de ocasión, sin embargo, ella no esperaba que brotara de repente un amor playero, que se diera un flechazo al corazón y que se cruzaran sus miradas y gritaran "eres lo que siempre soñé". Nomás pedía tantita madre, tantita labor de convencimiento, no sé, algo que le asegurara que era un humano jarioso, no un pinche dildo con vida propia.
El señor P, muy fiel a sus convicciones siempre, le dijo que nanais, que siempre no (las que conocen al señor P saben que no habla, nomás actúa), que él no decía nada que no sintiera, y que en realidad no la quería, que para eso la lingüistica y el correcto uso del lenguaje se habían inventado. Patrañas, nunca es bueno meterse con un maestro en ésos terrenos (-ni en los otros, pero cada quién-, nota de la redacción).
La señorita Drama se indignó, digo, no es bueno esperar palabras de la gente pero mínimo quería ser tratada como persona, I get it. Todo bien hasta ahí, tenía derecho a encabronarse, a mentar madres y a cerrar las piernas, nadie contra eso (¿o sí?).
Cuando regresó la señorita Inserte Adjetivo Aquí a su hogar playero, el segundo señor P le confirmó que había pleito marital en la recámara nupcial (jejejijiji) y que se estaba haciendo un dramón que ni la Vero Castro en Los Ricos también lloran (y ella no era precisamente rica, pero ah como le chillaba). .
Como buena persona, amiga, confidente, buddy, camarada, la señorita Inserte Adjetivo Aquí se acercó a la señorita Drama, y, para su sorpresa,la encontró en estado de mutis total. Era un cuadro surrealista porque mientras ella solo se mecía de un lado a otro en una silla, la señorita Cagaplos filmaba todo -con una cámara que nunca debió salir de su culo- y el señor P miraba las noticas con una cara de satisfacción que ni Michael Phelps cuando le otorgaron sus chico-medallas.
El segundo señor P y la señorita Inserte Adjetivo Aquí no sabían que hacer, así que optaron por hablar de que los dogos estaban bien buenos y que se habían reido mucho con los cangrejos que caminaban bien chistoso y, como era de esperarse, la respuesta fué nula. Ignore a los románticos por el resto de la noche.
De repente, mientras seguía fluyendo el vodka tonic del señor P y las tecate rojas del segundo señor P, los cánticos se hicieron más y más fuertes. Ya habían entrado a la etapa del compadrazo, de la amistad chingona, del tu la traes y yo la pongo, claro, con un soundtrack malévolo que enchina la piel hasta éstos nuevos días: "Pedro que gusto de verte, supe que eras licenciado, no se como agradecerte, no me agradezcas hermano". Again, and again, and again, out loud.
Por momentos, al escuchar esa bonita melodía llegadora, ver el performance y la adaptación de la letra ("P_ que gusto de verte, la _ te está esperando , ella no duerme solita, yo me la chingo mi hermano"), se les olvidó a la otra señorita y a la señorita Inserte Adjetivo Aquí el drama sufrido por la otra señorita en cuestión. Se sintieron mal como 10 minutos por reírse de la adaptación y que decidieron ir a "ayudar" a la dama en cuestón, a hacerla hablar, respirar, algo. Y es ahí cuándo entra Led Zeppelin y su "There's a lady....".
La señorita Drama se encontraba en una silla, sentada en posición de flor de loto,con lágrimas en los ojos y el corazón en la taza del baño, escuchando, recitando, devorando y haciendo suya a la rola de Stairway to heaven. De nuevo, again, and again, and again.
Una madrugada sin dormir, muchas risas cómplices, llanto inconsolable, dos que tres mandadas a la verga provocaron que ni la señorita Cagapalos ni la señorita Inserte Adjetivo Aquí pudieran escuchar ésa canción durante los posteriores 3 años.
Es cagante que las personas se adueñen del sentido que tienen las canciones. Sí, las canciones son soundtracks de momentos, de vida, de alegría, pero para que embarrar una canción emblemática con llantos epilépticos y corazoncitos rojos dibujados en toallitas de papel, eso nomás no vale madre.
Y así transcurrieron los días siguientes, en los que el amor y el desamor se conjuntaron para salir en forma de canción, donde las cosas que no se pueden cambiar se traducían en un tururú inalcanzable, inagotable sobre todo. Una canción que se repitió hasta el hartazgo, una canción que perdió, durante 3 años, el significado correcto en la vida de todos, porque manchar una canción con lágrimas insignificantes no era lo correcto, ni lo óptimo, mucho menos gastarte una lana en unas vacaciones que se transformaron en una mala parodia de Mujer, casos de la vida real, digo, nadie coherente haría eso.
-Ahora cuando la señorita Cagapalos recuerda junto con la señorita Inserte Adjetivo Aquí lo que sufrieron con el resonar de aquellos acordes y yo recuerdan ese episodio medieval, no les queda más que decir: "pinche señorita Drama, como la hizo de pedo".-
Cuando abordaron el camión de regreso a su rancho natal, observaron todos, nostálgicos, aquel bonito cuarto de hotel donde cada uno había dejado y ganado algo: decencia, dignididad, pudor, dinero, sensibilidad, estabilidad y el cd de Led Zeppelin, ése cd que nunca quisieron recuperar y que todos olvidaron "accidentalmente", después de todo, ¿para qué recordar lo que se iba a desatar siempre que sonara Stairway to heaven?. Nadie conciente de lo que es la humillación quiere repetirla, y si lo hace, o es masoquista o le gusta ser el mayor payaso del mundo.
Con las nubes de fondo, los viñedos enormes en una ruta del vino, la carretera interminable y las curvas macrabras, la señorita Inserte Adjetivo Aquí suspiró profundamente al darse cuenta de que algo se había quebrado. Eran solo cinco pasajeros que tenían en común fluidos, gritos, una que otra sonrisa, uno que otro recuerdo y Stairway to heaven. Se convirtieron en cinco sombras que estaban en un mismo lugar, perteneciéndole a otro. Cinco seres que habían tenido algo en común por última vez, que tenían la experiencia -funesta- de un mini Big Brother sin ningún guíon aprobado, sin productor, sin maquillaje y mucho menos edición. Cinco seres que aún se permitían ser espontáneos y crueles, sin pensar en lo que dirían los demás.
Se les olvidó, por un momento, que todo quedaría off the record en un video denominado Vacaciones de Terror, solo que la muñeca poseida gustaba de los riffs de guitarra prolongados en ésta versión pitera de la historia.
Eran cinco personas que se mantuvieron estoicas hasta que todo se rompió para siempre años después, a ritmo de banda en algun punto de la ciudad de Mexicali, pero siempre, siempre, estará el recuerdo de Robert Plant cantándoles al oido, mientras los guardias pedían silencio y moderación gritaban los sobrios huéspedes que, al igual que ellos, solo querían dormir para siempre en unos brazos cualquiera.
AUDIO
Sublime
HUMOR
Pensante
DATO CURIOSO
Venimos de cotorrear a la vieja Chole, ya, Chole
Sublime
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DATO CURIOSO
Venimos de cotorrear a la vieja Chole, ya, Chole
Jajaja