Y no es que esté preocupada ni nada por el estilo, es algo que ya vengo pensando desde hace mucho.
Últimamente me siento mal por la incapacidad que tengo para comunicarme de la manera correcta (al menos para mí), y eso me lleva a que estoy aburrida de la cuadradez en la que estoy metida. Necesito algo más, algo que en realidad me llene el espíritu, no importando si eso se traduce en una cuenta bancaria en Islas Canarias.
Hay muchos pensamientos rondando por mi cabeza, uno de ellos, el más importante, es la falta de retroalimentación que recibo de parte de las personas con las que interactúo.
No quiero sonar pretenciosa, pero siento que esa monotonía verbal me está llevando a un hartazgo muy feo.
Quizá los arquetipos con patas con los que convivo a diario son los que me hagan pensar así; quizá sea el hecho de que una parte de mí tiene ganas de hablar de cosas que todos consideran aburridas o a lo mejor es que las personas con las que hablo se volvieron aburridas y sin ganas de aprender acerca de lo que sea.
Estoy totalmente en contra del convencionalismo social proveniente de "que carrera estudiaste", "donde vives", "que carro traes", "a donde vas a pistear" o "donde te compras la ropa".
No, simplemente no puedo lidiar con eso, ni hoy, ni mañana, ni ayer, nunca he podido pese a la formación de una alma mater cuadrada y snob, de un conjunto de fórmulas preestablecidas que terminan dándole significado a las palabras triunfo, perdedor, estabilidad, necesidad y sociedad.
Y lo digo no para sonar como una subersiva mamona deprimidad cuestionadora sin bases, no, lo digo porque me niego a la posibilidad de seguir viviendo una vida basada en los estándares ajenos, dictados por aquellas personas que satisfacen sus más grandes necesidades con materializaciones de sueños previamente establecidos por alguien más.
"Eres una perdedora". Pff, palabras sabias provenientes de simios que dejaron de aprender el día que les cayó una feria en la cartera y descubrieron el copy-paste, el Google y las llamadas telefónicas a personas que se traducen en la adjudicación de méritos ajenos. Lo dicen aquellos que tienen pinches 4 años comiendo con manteca (diría mi abuelita) y ya se sienten paridos por Dios.
Hablando de adjudicaciónes, para mí no existe alguien capaz de adjudicarle adjetivos tan drásticos a persona alguna. Eso, en mi mundo, es sinónimo de estúpidez, de un ávido afan por ganar notoriedad y adeptos a tu manera de pensar, de un simplismo en tu vida diaria.
El status, el nivel social, las vacaciones en Las Bermudas, los días de paga son simplemente hechos. Hechos como tirarse un pedo, como sacarse un moco o vomitar champagne Cristal. Hechos que no definen la parte central de un ser humano. Hechos que, tristemente, no todos estamos dispuestos a conocer, a veces por falta de interés, otras tantas por la ausencia de factores que indiquen que, en efecto, estás tratando con un ser humano.
Cuando a alguien se le olvida el origen y empieza a despotricar en contra de aquellos que se alejaron del sueño compartido es momento de poner un alto a las habladurías prepotentes y juzgadoras.
Nadie en éste mundo tiene derecho a juzgar lo que es mejor para otros, peor aún, cuando ni siquiera se sabe con certeza que es lo mejor para uno mismo.
-¿Como te ves en 10 años?
-Híjole, pués no sé, pero quisiera traer un carro bien chingón.
Vaya! Juzgan los borregos cuyos golden dreams provienen únicamente de ..La Fabulosa Vida de VH1. No pués sí compadre, usted, al juzgarme, tiene toda la boca llena de razón.
De repente si me compro una tele de plasma es algo digno de gossip local y símbolo de mi doble discurso.
¿A nadie se le ocurrió que me la paso muy agusto en mi casa, que me gusta ver películas y que no la compré por necesidad de presumir sino por diversión propia?.
Que sí wey, mejor hubieras arreglado el carro, a lo que yo contesto: "y a ti quien chingados te preguntó? y que pedo si ando en taxi? alguna vez te molesto con la pinche gasolina, el raite, o eso?" "acaso yo te dije que mejor compraras los libros de texto en lugar de tu playstation?".
Ese tipo de personas, ese tipo de habladurías y de pendejismo son los que me hacen agradecer no ser como ellos (porque son varios, varios).
A menos puedo decir con total certeza que a mi me vale (literalmente) verga lo que cada quien haga con cada cosa (incluido el dinero) y que tengo cosas más importantes que hacer como rascarme la panza antes de tomar un teléfono para alertar a la sociedad de los logros materiales (sí, aunque sea una pinche tele) de alguien más.
En pocas palabras: mis cosas son mis cosas y nadie tiene derecho a cuestionarlas (a la única que le doy chanza es a mi amá, pero esa señora se merece un altar a un ladito del Tepeyac).
Perdón, pero éstas situaciones son hilarantes.
Veo las carotas cuadradas, escucho opiniones cuadradas y veo actitudes cuadradas por doquier, engrandeciéndose unos a otros por ser igual de cuadraditos y eso me alienta a alejarme de todos.
Me dan ganas de mandarlos a reírse de alguien más -nunca he entendido porqué les importa tanto el puto dinero ni porqué tienen esa fijación con el pinche reconocimiento ajeno-, porque ésta que escribe sabe distinguir perfectamente entre una sonrisa cómplice a un intento de humillación y ya no estoy dispuesta a tolerar esas cosas en pro de la amistad de antaño. No. Las cosas se ganan, y una vez ganadas o las conservas o las destruyes. No hay más.
Aunque después de todo, esas personas me han enseñado mucho y yo a ellas, eso es definitivo.
Ellos me enseñaron que no soy como ellos y que, ni de chiste, aspiro a ser como ellos en un futuro -ni próximo ni lejano-.
Porque con el paso del tiempo ni el carro del año, ni la casa en Villafontana, ni los dos hijos, ni el marido/esposa, ni el reconocimiento público o la elevación del ego profesional podrán quitarme todos los libros que leí, todas las pláticas constructivas que tuve, todas las risas que sentí, todos los orgasmos derivados de mi promiscuidad, todas las lágrimas de alguien que se asume derrotada y renace a la semana siguiente, todos los amores de 1 mes o 3 años, todas las plumas sin tinta en un bote de basura, todas las amistades perdidas en pro de una sana renovación, todos los cigarros fumados en charlas del futuro, todas las personas interesantes que conocí cuando dejé de hacerle caso a alguien más, todas las cosas aprendidas como autodidacta, todas las noches en vela buscando información, todos los tacos de borrego del Ferrocarril, todos los tacos al pastor de 5 pesos, todas las noches en las que el alcohol era un complemento más no punto de unión, todos los viajes a escondidas, todas las horas que invertí en conocer nuevos géneros musicales y nuevos grupos, todo el dinero gastado en funciones de lucha libre.
Nadie podrá quitarme nunca el amor por lo que quiero, por los que quiero (que son más pocos cada vez) y por lo que soy, por lo que únicamente yo considero que importa.
Esa libertad, mis estimados colegas, me la he ganado a pulso.
Now, bring it.
Últimamente me siento mal por la incapacidad que tengo para comunicarme de la manera correcta (al menos para mí), y eso me lleva a que estoy aburrida de la cuadradez en la que estoy metida. Necesito algo más, algo que en realidad me llene el espíritu, no importando si eso se traduce en una cuenta bancaria en Islas Canarias.
Hay muchos pensamientos rondando por mi cabeza, uno de ellos, el más importante, es la falta de retroalimentación que recibo de parte de las personas con las que interactúo.
No quiero sonar pretenciosa, pero siento que esa monotonía verbal me está llevando a un hartazgo muy feo.
Quizá los arquetipos con patas con los que convivo a diario son los que me hagan pensar así; quizá sea el hecho de que una parte de mí tiene ganas de hablar de cosas que todos consideran aburridas o a lo mejor es que las personas con las que hablo se volvieron aburridas y sin ganas de aprender acerca de lo que sea.
Estoy totalmente en contra del convencionalismo social proveniente de "que carrera estudiaste", "donde vives", "que carro traes", "a donde vas a pistear" o "donde te compras la ropa".
No, simplemente no puedo lidiar con eso, ni hoy, ni mañana, ni ayer, nunca he podido pese a la formación de una alma mater cuadrada y snob, de un conjunto de fórmulas preestablecidas que terminan dándole significado a las palabras triunfo, perdedor, estabilidad, necesidad y sociedad.
Y lo digo no para sonar como una subersiva mamona deprimidad cuestionadora sin bases, no, lo digo porque me niego a la posibilidad de seguir viviendo una vida basada en los estándares ajenos, dictados por aquellas personas que satisfacen sus más grandes necesidades con materializaciones de sueños previamente establecidos por alguien más.
"Eres una perdedora". Pff, palabras sabias provenientes de simios que dejaron de aprender el día que les cayó una feria en la cartera y descubrieron el copy-paste, el Google y las llamadas telefónicas a personas que se traducen en la adjudicación de méritos ajenos. Lo dicen aquellos que tienen pinches 4 años comiendo con manteca (diría mi abuelita) y ya se sienten paridos por Dios.
Hablando de adjudicaciónes, para mí no existe alguien capaz de adjudicarle adjetivos tan drásticos a persona alguna. Eso, en mi mundo, es sinónimo de estúpidez, de un ávido afan por ganar notoriedad y adeptos a tu manera de pensar, de un simplismo en tu vida diaria.
El status, el nivel social, las vacaciones en Las Bermudas, los días de paga son simplemente hechos. Hechos como tirarse un pedo, como sacarse un moco o vomitar champagne Cristal. Hechos que no definen la parte central de un ser humano. Hechos que, tristemente, no todos estamos dispuestos a conocer, a veces por falta de interés, otras tantas por la ausencia de factores que indiquen que, en efecto, estás tratando con un ser humano.
Cuando a alguien se le olvida el origen y empieza a despotricar en contra de aquellos que se alejaron del sueño compartido es momento de poner un alto a las habladurías prepotentes y juzgadoras.
Nadie en éste mundo tiene derecho a juzgar lo que es mejor para otros, peor aún, cuando ni siquiera se sabe con certeza que es lo mejor para uno mismo.
-¿Como te ves en 10 años?
-Híjole, pués no sé, pero quisiera traer un carro bien chingón.
Vaya! Juzgan los borregos cuyos golden dreams provienen únicamente de ..La Fabulosa Vida de VH1. No pués sí compadre, usted, al juzgarme, tiene toda la boca llena de razón.
De repente si me compro una tele de plasma es algo digno de gossip local y símbolo de mi doble discurso.
¿A nadie se le ocurrió que me la paso muy agusto en mi casa, que me gusta ver películas y que no la compré por necesidad de presumir sino por diversión propia?.
Que sí wey, mejor hubieras arreglado el carro, a lo que yo contesto: "y a ti quien chingados te preguntó? y que pedo si ando en taxi? alguna vez te molesto con la pinche gasolina, el raite, o eso?" "acaso yo te dije que mejor compraras los libros de texto en lugar de tu playstation?".
Ese tipo de personas, ese tipo de habladurías y de pendejismo son los que me hacen agradecer no ser como ellos (porque son varios, varios).
A menos puedo decir con total certeza que a mi me vale (literalmente) verga lo que cada quien haga con cada cosa (incluido el dinero) y que tengo cosas más importantes que hacer como rascarme la panza antes de tomar un teléfono para alertar a la sociedad de los logros materiales (sí, aunque sea una pinche tele) de alguien más.
En pocas palabras: mis cosas son mis cosas y nadie tiene derecho a cuestionarlas (a la única que le doy chanza es a mi amá, pero esa señora se merece un altar a un ladito del Tepeyac).
Perdón, pero éstas situaciones son hilarantes.
Veo las carotas cuadradas, escucho opiniones cuadradas y veo actitudes cuadradas por doquier, engrandeciéndose unos a otros por ser igual de cuadraditos y eso me alienta a alejarme de todos.
Me dan ganas de mandarlos a reírse de alguien más -nunca he entendido porqué les importa tanto el puto dinero ni porqué tienen esa fijación con el pinche reconocimiento ajeno-, porque ésta que escribe sabe distinguir perfectamente entre una sonrisa cómplice a un intento de humillación y ya no estoy dispuesta a tolerar esas cosas en pro de la amistad de antaño. No. Las cosas se ganan, y una vez ganadas o las conservas o las destruyes. No hay más.
Aunque después de todo, esas personas me han enseñado mucho y yo a ellas, eso es definitivo.
Ellos me enseñaron que no soy como ellos y que, ni de chiste, aspiro a ser como ellos en un futuro -ni próximo ni lejano-.
Porque con el paso del tiempo ni el carro del año, ni la casa en Villafontana, ni los dos hijos, ni el marido/esposa, ni el reconocimiento público o la elevación del ego profesional podrán quitarme todos los libros que leí, todas las pláticas constructivas que tuve, todas las risas que sentí, todos los orgasmos derivados de mi promiscuidad, todas las lágrimas de alguien que se asume derrotada y renace a la semana siguiente, todos los amores de 1 mes o 3 años, todas las plumas sin tinta en un bote de basura, todas las amistades perdidas en pro de una sana renovación, todos los cigarros fumados en charlas del futuro, todas las personas interesantes que conocí cuando dejé de hacerle caso a alguien más, todas las cosas aprendidas como autodidacta, todas las noches en vela buscando información, todos los tacos de borrego del Ferrocarril, todos los tacos al pastor de 5 pesos, todas las noches en las que el alcohol era un complemento más no punto de unión, todos los viajes a escondidas, todas las horas que invertí en conocer nuevos géneros musicales y nuevos grupos, todo el dinero gastado en funciones de lucha libre.
Nadie podrá quitarme nunca el amor por lo que quiero, por los que quiero (que son más pocos cada vez) y por lo que soy, por lo que únicamente yo considero que importa.
Esa libertad, mis estimados colegas, me la he ganado a pulso.
Now, bring it.
AUDIO
Beirut
HUMOR
Reflexiva pero con tenis
DATO CURIOSO
"Ay sí, reunioncita".
Mis webos son azules.
Beirut
HUMOR
Reflexiva pero con tenis
DATO CURIOSO
"Ay sí, reunioncita".
Mis webos son azules.
-¿No tienes carro? -Me preguntó con finjida sorpresa.
-Nop, pero tengo las obras completas de Platón. -Dije yo.
Creo que no entendió la ironía.. jeje.. Eso sí, la dejé callada a la pendeja.
Saludos y besucos!!