[1]
Deberías dormir con una pantera.
Nunca más ibas a querer elefantas, ardillas, zorras, gatas.
Nada sino la mujer pantera.
La pantera hembra dando vueltas por tu cuarto.
La pantera hembra reptando.
La pantera hembra que te acecha.
La pantera hembra que te clava sus ojos cada vez mas profundo.
Y el cielo cae sobre tu espalda, y no hay regreso,
ni deseo de regresar.
La búsqueda ha terminado.
Cuando tu verga se mueve en la orilla del nirvana
y sigues siendo prisionero de los ojos de esa pantera.
[2]
Una taza de café, dos, tres.
Las que sean, al fin y al cabo no importa.
La plática fluye como antes, sin dobles intenciones.
-Que has hecho. Pregunta obligada.
-Nada nuevo. Respuesta necesaria.
Ninguno quiere saber detalles.
Ninguno quiere permanecer al márgen.
Estamos ávidos por entrar en la vida del otro.
Queremos regresar a la rutina.
Que bonito es recordar, recalentar, repasar, revivir.
De pronto, el golpe de realidad.
-"Me separé".
-"No sabía que te habías casado".
Se empezó a hacer un silencio, el último y por primera vez incómodo.
[3]
Un hombre de medana edad está en una unidad médica de renombre en la ciudad. Lo acompaña su esposa, hija y nieto. El nieto está enferno y necesita urgentemente ver al pediatra en turno.
Sentado en la enorme sala de espera observa el blanco panorama; tan ausente de color, tan renuente a la vida, todo le parece tan lejano. Vuelve a sus pensamientos la frase "qué habré hecho mal".
La televisión vende ringtones y pastillas maravillosas. Piensa 'soy afortunado por no necesitar viagra aún, pero si vendieran compraría tranquilizantes para caballos y se los repartiría a esta bola de mocosos que no se callan el hocico'.
La espera se le vuelve insoportable. Después de salir de su estable pero aburrido trabajo en una dependencia de Gobierno, el solo hecho de estar otras 2 horas sentado en una sala de espera le parece un castigo divino.
Mete y saca sus manos de la vieja chamarra imitación piel que le regalaron hace tres navidades y toma su celular. No hay mensajes, no hay llamadas. Ni siquiera algún impersonal mensaje de texto con las noticias de la farándula. Se siente poco requerido, hasta olvidado.
Increíble pero el proceso de revisar su móvil le gastó solo 3 minutos. Los pensamientos no aceleran el tiempo.
Suena el teléfono de la recepción y sus ideas se esfuman. Observa de reojo esos labios neutros y jóvenes que dicen 'Buenas tardes, Unidad Clínica _______'. La gran habitación blanca toma color de pronto, se vuelve, ante sus ojos, la Venus de Milo en traje sastre azul marino.
'Si tuviera 20 años menos.............
Llegaría y le haría plática.
Le preguntaría como se llama, le diría que recién ingresé a Gobierno del Estado y que es un trabajo que me dará muchos beneficios.
Le pediría su teléfono. Le llamaría al día siguiente para ir al café.
Después del café la invitaría a tomar una copa.
Ahí, en el Palladium, empezaría a seducirla.
Le diría lo mucho que me gusta, lo interesante que es, lo bonitas que se ven sus piernas con esas medias de hilo.
Decidiríamos ir a un hotel de paso, donde cuidadosamente grabaría en mi memoria las formas y los modos de esa mujer que me conquistó en traje sastre.
Dejaría marcada su piel para no volver a verla nunca más. Sería una rayita más al tigre. Sería el final justo para una espantosa espera de dos horas en el consultorio'.
Su sonrisa maliciosa se esfuma. Su esposa llega y le dice que son 500 pesos de la consulta. Su ceño se frunce de nuevo.
La fantasía es el estado idóneo pero nadie escapa de lo que se está palpando, ni siquiera por dos horas.
Sentado en la enorme sala de espera observa el blanco panorama; tan ausente de color, tan renuente a la vida, todo le parece tan lejano. Vuelve a sus pensamientos la frase "qué habré hecho mal".
La televisión vende ringtones y pastillas maravillosas. Piensa 'soy afortunado por no necesitar viagra aún, pero si vendieran compraría tranquilizantes para caballos y se los repartiría a esta bola de mocosos que no se callan el hocico'.
La espera se le vuelve insoportable. Después de salir de su estable pero aburrido trabajo en una dependencia de Gobierno, el solo hecho de estar otras 2 horas sentado en una sala de espera le parece un castigo divino.
Mete y saca sus manos de la vieja chamarra imitación piel que le regalaron hace tres navidades y toma su celular. No hay mensajes, no hay llamadas. Ni siquiera algún impersonal mensaje de texto con las noticias de la farándula. Se siente poco requerido, hasta olvidado.
Increíble pero el proceso de revisar su móvil le gastó solo 3 minutos. Los pensamientos no aceleran el tiempo.
Suena el teléfono de la recepción y sus ideas se esfuman. Observa de reojo esos labios neutros y jóvenes que dicen 'Buenas tardes, Unidad Clínica _______'. La gran habitación blanca toma color de pronto, se vuelve, ante sus ojos, la Venus de Milo en traje sastre azul marino.
'Si tuviera 20 años menos.............
Llegaría y le haría plática.
Le preguntaría como se llama, le diría que recién ingresé a Gobierno del Estado y que es un trabajo que me dará muchos beneficios.
Le pediría su teléfono. Le llamaría al día siguiente para ir al café.
Después del café la invitaría a tomar una copa.
Ahí, en el Palladium, empezaría a seducirla.
Le diría lo mucho que me gusta, lo interesante que es, lo bonitas que se ven sus piernas con esas medias de hilo.
Decidiríamos ir a un hotel de paso, donde cuidadosamente grabaría en mi memoria las formas y los modos de esa mujer que me conquistó en traje sastre.
Dejaría marcada su piel para no volver a verla nunca más. Sería una rayita más al tigre. Sería el final justo para una espantosa espera de dos horas en el consultorio'.
Su sonrisa maliciosa se esfuma. Su esposa llega y le dice que son 500 pesos de la consulta. Su ceño se frunce de nuevo.
La fantasía es el estado idóneo pero nadie escapa de lo que se está palpando, ni siquiera por dos horas.
[4]
El detallito me hace reír con su sentido del humor tan genuino, que hasta raya en lo inocente.
Escuchamos música compartida y ésta que escribe esperaba una buena crítica, un mordaz comentario para esos acordes recién introducidos.
"A mis papás les gustaba bailar mucho cuando estaban casados. Bailaban un chingo rolas de Sonia López y de la Sonora Santanera y cumbias bien chilas" dijo el detallito justo a la mitad de la primera escuchada del disco de Coconut Record.
Hice caso omiso.
"Está chilo el disco pero me sigue cayendo más la Sonora Santanera jajaja".
Amén, pensé.
Sacarme de mi zona de confort y abstracción se está volviendo un reto.
Mi zona de confort, en este caso en particular, sería contestar algo así como "A mis abuelos les gustaban mucho La Santanera y la Matancera", pero en cambio dije algo así como "Simón, esas épocas debieron ser chilas, ¿cuanto tiempo duraron casados tus papás? Me imagino que.....".
¿Ven la diferencia? He tirado la toalla.
Se acaba el disco y de repente me pregunta "Liliana ¿a que aspiras?".
Suéltole un chorro mareador y, al concluir mi letanía, se sonrié inocentemente y me contesta: "Esa es tu bronca mija, tu aspiras, no respiras".
Ahí señores, me desarmé.
Escuchamos música compartida y ésta que escribe esperaba una buena crítica, un mordaz comentario para esos acordes recién introducidos.
"A mis papás les gustaba bailar mucho cuando estaban casados. Bailaban un chingo rolas de Sonia López y de la Sonora Santanera y cumbias bien chilas" dijo el detallito justo a la mitad de la primera escuchada del disco de Coconut Record.
Hice caso omiso.
"Está chilo el disco pero me sigue cayendo más la Sonora Santanera jajaja".
Amén, pensé.
Sacarme de mi zona de confort y abstracción se está volviendo un reto.
Mi zona de confort, en este caso en particular, sería contestar algo así como "A mis abuelos les gustaban mucho La Santanera y la Matancera", pero en cambio dije algo así como "Simón, esas épocas debieron ser chilas, ¿cuanto tiempo duraron casados tus papás? Me imagino que.....".
¿Ven la diferencia? He tirado la toalla.
Se acaba el disco y de repente me pregunta "Liliana ¿a que aspiras?".
Suéltole un chorro mareador y, al concluir mi letanía, se sonrié inocentemente y me contesta: "Esa es tu bronca mija, tu aspiras, no respiras".
Ahí señores, me desarmé.
AUDIO
Lo que alcanza a sonar con mi bocina izquierda
HUMOR
Bendito
DATO CURIOSO
"Amistad? Pura pinche hipocresía".
Frase célebre ajena pero que la hago mía.
Gracias por compartirla G.
Lo que alcanza a sonar con mi bocina izquierda
HUMOR
Bendito
DATO CURIOSO
"Amistad? Pura pinche hipocresía".
Frase célebre ajena pero que la hago mía.
Gracias por compartirla G.
Todos los cuentos inspirados en la vida real, agitan machín los recuerdos.